LENGUAJE NO VERBAL: gestos delatadores que indican nerviosismo

¿Qué gestos de lenguaje no verbal indican que alguien está nervioso?

¡Hoy te lo contamos!
Vamos a hablar del lenguaje corporal de quien está nervioso, incluso defensivo. Y de lo que se trata es de los movimientos, tanto corporales como faciales, que una persona hace de forma inconsciente cuando se siente nerviosa. Y la parte interesante de que sean comportamientos inconscientes es que te van a permitir detectar cómo se sienten las personas incluso cuando ellas tratan de ocultarlo. Podrás, prácticamente, leer la mente de las personas.

¿Te cuesta identificar cuándo alguien está nervioso? Es normal… porque los seres humanos tratamos por todos los medios de disimular nuestro nerviosismo. Sin embargo, a partir de hoy no se te va a escapar un solo indicio a la hora de detectar el nerviosismo ajeno, porque estás a punto de descubrir los 3 gestos delatadores del lenguaje corporal que indican que una persona está nerviosa.

Gesto 1: Se toca a sí mismo porque está nervioso

Vamos con la primera de las comunicaciones no verbales del nerviosismo. Podrás ver a una persona tocando diferentes partes de su cuerpo cuando está nerviosa. Y lo verás con variantes. Por ejemplo, con las manos, frotarse las manos como si tuviera frío, hasta retorcerse los dedos o entrecruzarlos de formas extrañas. O incluso cosas tan sutiles como frotarse un dedo contra el otro o darle vueltas al anillo.

¿Y por qué hacemos esto cuando estamos nerviosos? Porque el contacto físico nos ayuda a liberar oxitocina, que es la hormona de la relajación y el bienestar. Al igual que cuando eras niño probablemente buscarías un abrazo o una caricia de tu madre ante una situación de nerviosismo, cuando eres adulto, esa función la cumples tú contigo mismo, de forma inconsciente.

Y dentro de esta categoría entran todos los gestos de autocalma a través del tacto y, por lo tanto, de la liberación de oxitocina.
Por ejemplo, frotarse un brazo, tocarse la horquilla esternal (o el collar), acariciarse el cuello o la nuca, tocarse las piernas… Todos estos comportamientos nos relajan y son extremadamente delatadores.
Si ves que la persona con la que estás hablando tiende a tocar su propio cuerpo constantemente, es posible que esté nerviosa. Y ese nerviosismo puede ser un indicador positivo de entusiasmo o incluso atracción. Pero también puede ser un indicador negativo de incomodidad, de modo que presta mucha atención a las demás señales para poder identificar más claves en su comportamiento.

En cambio…, si eres tú la persona nerviosa que se toca a sí misma todo el tiempo, ten cuidado, porque estás lanzando un mensaje de vulnerabilidad e indefensión muy potente. Y dependiendo de la clase de persona que tengas delante, podrías ser un blanco fácil.

Gesto 2: Reduce su espacio corporal cuando está nervioso

Este es un comportamiento muy habitual cuando alguien está nervioso. Pero es incluso más habitual en mujeres que en hombres. ¿Por qué? Pues porque aún hoy a las mujeres la sociedad les dice que deben ser sutiles, casi invisibles. En cambio, a los hombres los anima a ocupar su espacio con seguridad. Entonces, en situaciones inseguras o donde se sienten nerviosas, las mujeres se van a sentir más cómodas cuanto más pequeñitas se vuelvan. Porque de algún modo eso las hace sentir que todo está bien, que no corren peligro cuando se vuelven invisibles.

En los hombres también puedes ver este comportamiento cuando están nerviosos, pero va a ser mucho menos evidente. Por ejemplo, un hombre nervioso tal vez pase de tener las piernas separadas al sentarse a juntarlas. Una mujer nerviosa no solo las mantendrá juntas, sino que las cruzará, incluso dos veces, si es capaz… o las enroscará a las patas de la silla.
Un hombre nervioso tal vez pase de ocupar su asiento y el de al lado con su brazo a mantener los brazos junto al tronco. Una mujer nerviosa conseguirá encajar los brazos en el ancho de su cintura y esconderá las manos entre las piernas. Obviamente no hay ninguna base biológica en estas diferencias… es pura socialización. Pero es tan poderoso ese condicionamiento social, que realmente lo puedes ver a tu alrededor sin ninguna dificultad.

¿Eres consciente de qué sueles hacer tú cuando estás nervioso o nerviosa ante otra persona? Yo… tiendo a reírme demasiado o a no reírme en absoluto. Depende de si es nerviosismo estimulante o nerviosismo incómodo. La mayoría de las veces no somos conscientes de ello, porque la mayoría de nuestros comportamientos nerviosos son, en realidad, inconscientes.

Gesto 3: Se cruza de brazos (y sí, significa que está nervioso)

Es muy habitual que veas a una persona cruzarse de brazos cuando está nerviosa o en una posición defensiva. Y este es un comportamiento inconsciente y universal. Cuando te cruzas de brazos estás protegiendo tus órganos vitales.
Nuestro cerebro humano realmente funciona de forma muy similar a como lo hacía hace cientos de años. De algún modo, ante situaciones de inseguridad, el cerebro lanza el mensaje “protege tus órganos”. Todo lo demás es secundario. Si conservas los órganos, conservas la vida. Y tú te cruzas de brazos y te sientes a salvo.

Ya sé qué estás pensando. “Ah pues yo me cruzo de brazos porque así estoy cómodo, no es que esté nervioso ni a la defensiva”. Yo te pregunto: ¿ahora mismo tienes los brazos cruzados? ¿Te cruzas de brazos cuando estás en cama, o paseando por la cocina, o cuando estás tirado en el sofá? Habrá personas que sí, claro. Pero lo más probable es que ese no sea el caso.
Lo que quiero decir es que sí, por supuesto que te sientes más cómodo cuando te cruzas de brazos en una situación social. Porque proteges tus órganos e, inconscientemente, eso lanza un mensaje a tu cerebro y baja tu ritmo cardíaco. Y eso sienta bien. Pero cuando estás solo y relajado, es muy improbable que estés cruzado de brazos porque lo cierto es que anatómicamente es más cómodo dejar los brazos sueltos que cruzarlos. Tener los brazos cruzados durante un buen rato no es algo que suela hacer una persona con confianza y seguridad.
De modo que piénsalo. Tal vez tú seas de esas excepciones que caminan con los brazos cruzados por la cocina de su casa en pijama. Pero si no es así, pregúntate si realmente todo lo que te lleva a cruzarte de brazos en una situación social es la comodidad anatómica. Es muy probable que se trate de comodidad emocional.

Y si tras reflexionarlo llegas a la conclusión de que, efectivamente, lo haces como comportamiento de autoprotección, quiero proponerte que intentes dejar de hacerlo. Así como hay comportamientos defensivos prácticamente inapreciables, este no es uno de ellos. Cuando te cruzas de brazos en una situación social, eso dispara alertas en el subconsciente de quienes te tienen delante. Al instante te perciben de forma más negativa porque tu bloqueo físico es de lo más notorio y visible.

Entonces, si simplemente sientes que no eres capaz de descruzar los brazos porque no sabes qué hacer con ellos o porque tu nivel de introversión no te lo permite, un paso intermedio para llegar ahí puede ser el sostener algo en la mano. Si sostienes, por ejemplo, una bebida en una mano y la colocas delante de tu tronco, tu cerebro recibirá esa señal de autoprotección, pero a los ojos de la otra persona, la postura será mucho menos dramática. Es probable que le pase desapercibida. Aun así, la meta es que puedas llegar a sentirte cómodo despejando el espacio frente a tu tronco. Tu impacto en otras personas será mucho más positivo y poderoso si lo consigues.

Si por el contrario, te encuentras interactuando con una persona que mantiene sus brazos cruzados mientras habla contigo, sé consciente de que es probable que no se sienta del todo cómoda. A veces será por cuestiones que dependan de ti, por ejemplo, puedes probar a ser menos efusivo o a darle más espacio personal. Pero otras veces simplemente se tratará de una persona introvertida, y lo seguirá siendo independientemente de cómo te comportes tú.

En ese caso, te interesa conseguir que rompa el cruce de brazos para que su cerebro reciba el mensaje de que no eres una amenaza. De modo que busca el modo de lograr que use sus manos. Por ejemplo, si es una negociación, lleva algún documento o informe que puedas entregarle y que lo lleve a abrir el espacio de protección. Parece una tontería, pero algo tan simple como esto lo va a volver psicológicamente más propenso a estar de acuerdo contigo, a decir que sí y a mostrar una actitud más abierta. Vale la pena intentarlo.

Y una curiosidad…

Cuando nos sentimos incómodos, nerviosos o a la defensiva, nuestro cerebro activa un comportamiento corporal involuntario muy particular. Es lo que conocemos como el “modo huida”. Nuestro cerebro entiende que, por alguna razón, la situación es amenazante, de manera que envía un fuerte flujo de sangre hacia los pies y hacia el corazón para prepararnos para la huida, para preparar a nuestras extremidades inferiores para echar a correr en caso de necesidad y a nuestro corazón para bombear sangre con más fuerza. Ya sabes… nuestro cerebro sigue creyendo que vivimos en la jungla rodeados de peligros salvajes.

¿Y de dónde saca toda esa sangre que envía a los pies y al pecho? Pues de las extremidades superiores (manos y brazos). Y lo que esto produce, en consecuencia, es que tengamos frío en las manos. Incluso que nuestros brazos se enfríen de forma notable cuando estamos nerviosos.
Si estás ante una persona y quieres comprobar si está incómoda, si su cerebro ha activado el modo huida, una forma muy sencilla de hacerlo es tocando sus manos. Busca un modo sutil de hacerlo: un apretón de manos, si estáis en el inicio de la interacción, será perfecto. Y sino, busca un pretexto para pedirle algo o entregarle algo tú y deja que las manos entren sutilmente en contacto. Si sus manos están frías, tienes una señal de que podría no estar muy a gusto en ese momento. Obviamente, si en el lugar hace frío no podrás utilizar este truco, pues sus manos estarán frías por muy relajada que esté esa persona.

¿Y qué ocurre si lo de tocarle las manos se vuelve misión imposible porque sería demasiado raro? Pues fíjate en otro tipo de comportamientos que puedan indicar que tiene frío en las extremidades superiores. Por ejemplo, si sus hombros están encogidos, sus manos están en los bolsillos o muy apretadas, y en cambio no se abriga, pues su tronco está caliente, incluso sudando. Y casi siempre será reflejo de nerviosismo o incomodidad, porque se trata de una temperatura corporal muy desigual y atípica.

¿Qué te ha parecido esta entrada? Si tienes una conferencia, reunión o entrevista, ten en cuenta estas pautas para mostrar seguridad. Si, al analizar a tu interlocutor, notas alguna de estas señales, intenta hacerle sentir más cómodo para que la comunicación fluya de manera más efectiva.

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Marisol Álvarez
Docente de CDM
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